
Las pirámides fueron pensadas para tumba inviolable del soberano, destinada a la eterna preservación de su cuerpo, incorrupto por embalsamamiento, y de su ajuar funerario. Sólo de este modo se posibilitaba la residencia del alma en el cuerpo y su supervivencia en el mundo del más allá. Para proteger el cuerpo y el ajuar de eventuales saqueadores se multiplicaban las dificultades de acceso a la cámara, interponiendo toneladas de piedra, disponiendo puertas falsas, corredores ciegos, cámaras dobles, etc.
Las grandes pirámides eran rodeadas por otras más pequeñas, que pertenecían a miembros de la familia real.
Tenían una orientación exacta y una pendiente perfecta, con una inclinación de 52 grados, y su altura era exactamente el radio de un círculo cuya circunferencia era igual al perímetro de la base.
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