Y es que la vieja Baile Átha Cliath, su nombre en irlandés, rompe con los prejuicios de la Irlanda verde, rural y folclórica de las pintas de cerveza, San Patricio y las carreras de caballos. Una ciudad moderna, cosmopolita, consagrada al euro, pero en la que se conduce por la izquierda y las bicis son protagonistas del transporte urbano.
Variedad para disfrutar:
Hay tantos viajes posibles a Dublín como perfiles de viajero. Ahí está el cultural, con James Joyce u Oscar Wilde como referencias y una amplia red de museos, o el comercial, con las exclusivas tiendas de la elitista Grafton Street o los grandes almacenes de Henry Street.
Y claro, no podía faltar la ciudad cervecera, con una amplia oferta de pubs en los que degustar una típica pinta de cerveza negra. La fábrica de Guinness, la Storehouse, es una de las grandes atracciones, especialmente por el bar desde el que se puede disfrutar una inolvidable panorámica de la ciudad de 360º.
4 comentarios:
Ese es uno de los viajes que no me atrevo a hacer. No vaya a ser que me quede allí a vivir.
Aunque por ese mismo motivo no volvería a Berlín :)
Otro más a la larga lista de "Tengo que ir"
hola raquel que tal? la verdad es que hace tiempo si es que a todos nos faltan horas verdad?
besos espero que estes bien.
La lista puede llegar a ser interminable, envidio mucho a esas personas que agarran el macuto y se largan sin pensarselo dos vecés.
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