
¿A quién llevarle un souvenir? En este primer punto es necesaria una reflexión absolutamente personal, porque nadie mejor que tú puede saber quién de tus familiares, amigos o personas que frecuentas merece un regalito o a quién quieres agasajar o agradecer… Por supuesto, es necesario que te pongas un límite si no quieres volver a casa cargado como un ekeko (y habiendo gastado más de lo previsto).
Te recomendamos hacer una lista antes de partir (o durante el viaje hasta llegar a destino, sobre todo si es largo), ya que te permitirá tener tiempo para reflexionar, incorporar nombres y tachar otros. Lo peor que puedes hacer es comenzar a comprar una cosa porque te hizo acordar de Fulanito, otra porque sería ideal para Menganito… ¡y al final darte cuenta de que tienes algo para todos pero no para quienes más te interesan!
Haz un repaso mental del perfil de la persona a la que vas a comprarle un presente: ¿tiene algún hobbie? ¿colecciona algo? ¿cuál es su profesión o a qué se dedica? ¿qué le gusta hacer?
Por ejemplo, si le gusta arreglarse su propia ropa, podrías llevarle de regalo botones artesanales, lanas o hilos típicos, encajes o telas. Si fuma, tal vez le gustaría probar cigarrillos de marcas que nunca conoció (ni siquiera tienen que ser caras, simplemente las que se consiguen en cualquier kiosco). Si juega a las cartas tal vez encuentres algún mazo exótico o decorado con motivos locales.
Ten en cuenta, además, que puedes reducir tu presupuesto a cero y ser original. Junta caracoles exóticos si estás en la playa, límpialos y preséntalos en una linda bolsita. Si el viaje es a la montaña, puedes llegar a encontrar piedras raras o de colores que valgan la pena.
Una buena idea es iniciar tus propias tradiciones al regalar: una cajita de fósforos de cada restaurante que visitaste, un lápiz negro con el nombre del lugar, un diario o revista local. O, simplemente, pasa por una tienda de golosinas y elige esas que nunca viste: ¡todos van a querer probarlas!
Trata de evitar las tiendas de regalos, aeropuertos o terminales. Suelen tener precios más caros y los objetos previsibles, que todos conocen.
Visita almacenes, ferias artesanales y supermercados. Hasta los objetos de uso cotidiano pueden ser buenas ideas: cremas con fragancias extrañas, velas, alimentos o bebidas.
Elige, en lo posible, objetos pequeños, livianos y que no sean frágiles. De lo contrario, se convertirán en un dolor de cabeza a la hora del regreso. Y, lo que es peor, pueden llegar rotos o deteriorados si no van bien embalados.
En caso de que no puedas evitar comprar un objeto frágil, toma todos los recaudos para protegerlo. Pide que te lo envuelvan bien en la tienda donde lo compres, elige un lugar protegido dentro de tu maleta y, si necesario, llévalo contigo en tu equipaje de mano o despáchalo por separado con una indicación especial.
Si no estás seguro de que algo le va a gustar a alguien y, además, tampoco te gusta a ti… ¡no lo compres!
vía: www.articulosinformativos.com.mx
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